6/8/10

ELLAS ( Y EL) SI QUE VALEN


 Este es el primer verano que hay clases para adultas, muchas de las alumnas que van durante el curso  nos pidieron poder continuar en verano para reforzar y ampliar sus conocimientos. Tienen ganas de estudiar y de progresar.


Cuando los niños  salen de la escuela, llegan adultas que se sientan calladitas, en el banco de la entrada a espera
Adultas con sus libretitas y su bolis que, cuando te ven, se levantan  y   bajan la cabeza para saludar mostrando respeto.
Y es que la ONG  Mediterránea,  no sólo hace todo lo que os he venido mostrando estos días con los niños, nuestros bombones de la guarde y todos los demás, hasta que pasan a la escuela estatal. También abre las puertas de su escuela Abugida por las tardes, cuando los críos ya no están aquí, para ofrecer clases a los adultos de la zona de Akaki.
La directora educativa del centro, Tsehay, y nuestra amiga Kedija, la maestra que tiene mayor nivel de estudios aquí (incluidos tres años en la universidad para dar clases a niños hasta 4 años) se turnan, un día una y otro la otra, y les
dan clases de alfabetización (amhárico), de matemáticas (ya veis en la foto la pizarra), Inglés y de Ciencias del Medio Ambiente (lo que en España sería el Conocimiento del Medio de ahora o las Naturales de antes).
Ellas asisten a clase de lunes a viernes , 5 días a la semana, de once a una (lo que España sería de 5 a 7 de la tarde).
Cuarenta y cinco mujeres y un hombre hay este verano,  con  muchas ausencias ahora que llueve y los caminos se vuelven difíciles. Algunas son madres de alumnos y otras personas ajenas a la escuela que quieren aprovechar esta oportunidad. Viene, por ejemplo, la
hija de esta seño de la que os hablo. Es la que está sentada en primera fila con el pañuelo blanco típico (netela) cubriéndole la cabeza. Y después en casa le dice a su hija (y maestra) que le ayude con las tareas.
Personas que no se rinden, cargadas de ilusión y esperanza, que desean cambiar su futuro. O simplemente, que desean compartir con sus hijos esos ratos de lectura al regresar de la escuela. En su trabajosa jornada (cocina, lava
ropa, limpia casa... todo con poquísimos recursos) hacen un hueco –seguramente quitándoselo al tiempo de descanso– para aprender. Y siempre con una sonrisa inmensa y muchísima responsabilidad. Ellas sí que valen!